AYUDAR A LOS QUE AYUDAN
Una furgoneta...
Una furgoneta que hace que todo cambie. Escenas de dolor, incomprensión. Todo un país remueve su escala de valores. Comienza a palparse el odio.
Tras ataques terroristas como el que acabamos de sufrir toda la población se encuentra desubicada. Vemos la muerte más cerca de lo que pensábamos. Nos damos cuenta de lo leve que es nuestra existencia, de lo frágil que es la presencia de aquellos que queremos, de lo rápido que un elemento que escapa de nuestro control puede hacer que toda nuestra vida cambie.
Y eso mientras estamos viéndolo en una pantalla, desde la seguridad de nuestros sofás.
Personas invisibles
Pero hay ahí personas invisibles para todos, que están porque el sistema está medianamente bien engranado. Personas que llevan un uniforme. Que ya saben lo cerca que está la muerte. Que portan un arma, o un fonendo, para intentar que la guadaña no roce a nadie más.
Mientras todos nos recuperamos, ellos tienen que seguir viendo la muerte de cerca. Mientras algunos lloran a cientos de kilómetros, ellos se quitan guantes de látex empapados en sangre... todos los días.
Entendemos bien que cualquier persona quede traumatizada por una situación como esta y reciba la atención de los especialistas de Salud Mental pero... a las Fuerzas de Orden Público y a los profesionales sanitarios se les presume el valor, como a los legionarios.